Un desafìo
Por Juan Carlos Martínez
A medida que se acercan las internas, la temperatura política pampeana aumenta en la misma proporción que se incrementan los cruces entre los sectores en pugna.
La puja por ganar espacios adquiere matices de variada intensidad, de modo especial en los dos partidos mayoritarios, esto es, el justicialismo y el radicalismo.
La necesidad de sumar votos induce a unos y otros a poner en marcha la maquinaria de captación de voluntades bajo el convencimiento de que el fin justifica los medios.
Lo que se discute no son ideas sino espacios. Es decir, poder. Y como el poder por el poder mismo está por encima de las ideas, lo que importa no es lo cualitativo sino lo cuantitativo.
Todo cabe en la misma bolsa. Como diría Discépolo, todo es igual, nada es mejor, lo mismo un chorro que un golpeador.
El gobernador Jorge, devenido en líder de un sector del justicialismo, avanza a paso redoblado en busca de voluntades y en esa afanosa búsqueda junta de todo. Incluso la escoria que él mismo barrió de un plumazo cuando la intendencia de Santa Rosa estuvo a punto de quedar envuelta en llamas por los desplantes de un loco con poder.
En el otro sector, Marín y Verna, los dos caudillos que desde hace tres décadas se disputan el feudo pampeano entre odios y falsos amores, nuevamente se presentan en público como una pareja en celo.
Ambos aparecen al frente de la maquinaria de captación de voluntades recogiendo todo lo que encuentran en el camino, incluso algunos desperdicios humanos como el padrino buchón al que luego reciclarán para presentarlo ante una sociedad a la que presumen en estado de amnesia.
Mientras tanto, el radicalismo pampeano avanza en sentido contrario al de su historia y sus principios. El acuerdo con lo peor de la derecha simbolizada por Mauricio Macri constituye un enorme retroceso cuyo costo político, tarde o temprano tendrá que pagar.
¿Cómo enfrentar tanta degradación política que envuelve a La Pampa desde que Marín y Verna se disputan el feudo?
Uno siempre espera que sean las nuevas generaciones que hay tanto en el justicialismo como en el radicalismo y en la izquierda las que produzcan el tan demorado cambio.
Todo un desafío para los jóvenes.
Ilustración: Sergio Ibaceta (publicada en "Entre pocillos" de El Diario)