Felipe González, un apóstata del socialismo

Por Juan Carlos Martínez

 

Felipe González fue el tercer presidente desde la restauración democrática en España (1982-1996). Llegó a la presidencia del gobierno español con las banderas de izquierda que enarboló en tiempos de Franco, cuando actuaba en la clandestinidad con el nombre de Isidoro. Pero el emblema fue perdiendo el rojo color hasta desteñirse en su mutación hacia la derecha.

 

Hoy, Felipe González es lobista de multinacionales y en nombre de ellas recorre el mundo predicando en favor del más rancio capitalismo. No sólo eso. Ahora forma parte de la ofensiva desatada contra Venezuela, según acaba de denunciar el presidente Maduro.

 

Los pasos que está dando González están dejando visibles huellas, semejantes a las que dejó como presidente del gobierno español.

 

Durante su mandato, la represión política en el país vasco se incrementó de manera brutal a través de los GAL, versión española de la Triple A argentina. A las continuas denuncias de organismos defensores de las derechos humanos españoles, González siempre respondió con su silencio o con argumentos falaces.

 

Ni hablar de las políticas económicas aplicadas para favorecer a los grandes capitales concentrados, a los que hoy representa como uno de sus principales promotores.

 

El acercamiento de González a los sectores de derecha registra otros antecedentes, uno de ellos relacionado con el indulto que Menem estaba preparando en favor de los comandantes del genocidio.

 

El propio Menem lo reveló al regresar de su primer viaje al exterior tras asistir en Belgrado a la reunión de los países no alineados al comienzo de los noventa.

 

En su escala en el aeropuerto de Barajas, Menem se reunió con González. Entre los temas abordados hablaron del indulto que el riojano ya había anticipado.

 

Menem contó públicamente que González le dijo que cuando él llegó al gobierno ascendió a varios militares franquistas y que incluso alguno de ellos prestó juramento luciendo en su chaquetilla una cruz esvástica que el mismísimo Hitler le había entregado en tiempos de Franco.

 

"Eso pasó en España y nadie dijo nada, ni siquiera la prensa y aquí tanto escándalo" explicó Menem para reforzar sus argumentos en favor del indulto que pocas horas después concretó por medio de un decreto (*).

 

No es casual que España encuentre tantas dificultades para llevar al banquillo a los responsables de los crímenes cometidos por el franquismo.

 

No sólo son los jueces que obstruyen el camino para llegar a la verdad con justicia. La clase política que ha sucedido a la dictadura -desde González pasando por Aznar hasta llegar a Rajoy con la Iglesia bendiciendo los crímenes- tiene mucho que ver con la impunidad que aún protege a los resabios del franquismo.

 

Ya nadie duda que Felipe González es un apóstata del socialismo.

 

(*) Resumen del libro La Abuela de Hierro, páginas 127-128, primera edición 1995).