De perros y de perras
Por Juan Carlos Martínez
La sala está casi vacía. Sólo los técnicos de sonido van y vienen entre cables y micrófonos. Los fiscales Miguel Palazzani y José Nebbia depositan sus carpetas sobre el escritorio desde donde dirigen sus alegatos. Les acompaña Paula, la joven abogada que hace las veces de auxiliar.
De pronto aparece en escena un gendarme acompañado de una perra de policía entrenada para detectar explosivos. La orejas de Mara – así se llama el animal- semejan a dos antenas fijas. El gendarme y la perra recorren de punta a punta el auditorio de la Universidad del Sur. Es una rutina, dice el uniformado mientras se esfuerza por contener a la impaciente Mara.
La recorrida continúa por todos los rincones. Misión cumplida. El olfato de la perra garantiza que no hay explosivos. Mara parece satisfecha por su faena. El próximo paso será el premio a su trabajo. El olfato de Mara se convierte en una suerte de medicina preventiva contra aquellas acciones que el hombre construye para destruir al hombre.
La curiosidad rodea al gendarme. Y las preguntas se suceden.
Es una rutina, repite el agente. Y explica que se hace cotidianamente en lugares sensibles como son las salas donde se realizan juicios por delitos de lesa humanidad. O en aquellos por donde transitan importantes figuras, como ser un presidente de la nación.
¿Perro o perra? preguntó un recién llegado.
Perra, contestó el gendarme y enseguida explicó por qué se elige a las hembras en lugar de los machos caninos para esta tarea.
Si hubiese traído un perro en lugar de una perra –ilustró el hombre- , seguro que habría meada en varios sitios de esta sala. El perro orina a cada paso que da, en cambio, las perras son más aguantadoras en esa necesidad fisiológica.
La preferencia de las hembras caninas sobre los machos cobró mayor impulso desde el comportamiento que tuvo el perro asignado para detectar explosivos en la quinta del gordo Gostanián donde el ex presidente Carlos Menem cumplía arresto domiciliario por la venta de armas a Ecuador.
Llevado al dormitorio del riojano, el perro descargó una abundante meada sobre la cama del ex presidente.
Fue un punto de inflexión para que se diera preferencia a las perras sobre los perros para esta labor.
Después de todo, que un perro le haya meado la cama a Menem no compensa ni por asomo las cagadas que Menem se mandó sobre la vida de millones de argentinos.
N. de R. El precedente relato fue recogido por el autor de esta nota en el Aula Magna de la Universidad del Sur el miércoles 9 de octubre minutos antes de iniciarse el alegato de los fiscales Miguel Palazzani y José Nebbia –testigos de ese relato- en el marco de los juicios por delitos de lesa humanidad cometidos por militares y policías en la ciudad de Bahía Blanca.