Bergoglio, los niños, la iglesia y la dictadura
Tras el encuentro entre el Papa Francisco y la referente principal de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, se perciben algunos cambios en la relación. Juan Carlos Martínez escribe sobre el tema y contrasta ese episodio con la postura de Chicha Mariani (foto).
Por Juan Carlos Martínez
Un mes antes de su fugaz encuentro con Jorge Bergoglio –ahora Francisco I- Estela de Carlotto criticó con dureza al nuevo Papa y a la milenaria institución. La actual presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo sostuvo entonces que el ex cardenal argentino “pertenece a la iglesia que oscureció el país” y que debía hacer “un mea culpa porque hay acusaciones muy serias contra él durante la dictadura cívico militar”.
No fue un discurso improvisado ya que sus palabras formaron parte de un texto leído en la plaza de Mayo al cumplirse un nuevo aniversario del golpe del 24 de marzo de 1976.
Es decir, un mensaje bien pensando y cuidadosamente elaborado como ocurre cuando alguien se expresa públicamente en actos de trascendencia y en representación de una entidad de tanta historia y prestigio como es la que nuclea a las Abuelas que buscan a sus nietos apropiados en aquellos trágicos años.
En suma, Carlotto no dijo otra cosa que la verdad acerca del comportamiento que tuvieron la iglesia Católica y Jorge Bergoglio durante la dictadura militar. Comportamiento que giró en torno del silencio, la complicidad y la participación de la que hubo excepciones que no alcanzan para liberar de culpas a la institución.
Sin embargo, en su encuentro con el nuevo Papa, la titular de Abuelas borró de su memoria la historia del ex cardenal de Buenos Aires y la de la propia iglesia como si de pronto un milagro hubiese echado luz sobre el oscuro camino por el que entonces transitaban Jorge Bergoglio y la no tan santa sede.
Además de confesar su emoción por estrechar la mano de Francisco I y de sentirse orgullosa por tratarse de un Papa argentino, la presidenta de Abuelas le entregó una carta en la cual le reclama a los miembros de la Iglesia Católica y a sus feligreses que brinden información sobre el paradero de los niños apropiados durante la dictadura.
En declaraciones posteriores, Carlotto no ocultó su esperanza de encontrar eco al reclamo de las Abuelas y al expresar su confianza en la Iglesia y en el Papa sostuvo que de ahora en más se abre un nuevo camino.
“Cuenten conmigo” fue la respuesta verbal que el Papa le dio a Carlotto en el fugaz encuentro que se produjo en la plaza San Pedro luego de la audiencia general de la que participó un centenar de personas.
Mientras Estela Carlotto no ocultaba su nueva visión sobre la Iglesia y el nuevo Papa, la fundadora de Abuelas –Chicha Mariani- ofrecía una mirada absolutamente distinta sobre la máxima autoridad del Vaticano, es decir, sobre Jorge Bergoglio y la milenaria institución.
En una entrevista anterior al encuentro de Carlotto con Francisco I, Chicha Mariani repitió lo que viene diciendo desde hace años sobre el comportamiento tanto de la Iglesia Católica como de la mayoría de sus miembros, Bergoglio incluido.
Vale la pena, entonces, transcribir literalmente esa entrevista que realizó Cecilia Valdez en la ciudad de Buenos Aires.
“No espero nada de Bergoglio porque jamás podré olvidar el rechazo de la Iglesia a nuestra causa”
Chicha Mariani fue fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo. Después de 36 años aportando pruebas para juzgar a los responsables de la última dictadura militar argentina, recuerda cómo un cura le animó a dejar de buscar a su nieta “porque estaba muy bien donde estaba en ese momento, con gente de mucho poder”
CECILIA VALDEZ Buenos Aires 21/04/2013
Chicha, el apodo con el que se conoce a María Isabel Chorobik de Mariani, fue fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo (Argentina), en 1977. Lleva 36 años buscando a su nieta Clara Anahí y en ese camino de búsqueda ha ayudado a encontrar otros niños robados y ha aportado pruebas fundamentales para juzgar a los responsables de la última dictadura militar argentina. Más que un camino, ha sido una verdadera carrera de obstáculos, entre los que destaca el oscurantismo de la Iglesia.
Precisamente el actual papa, Jorge Bergoglio, tuvo un papel oscuro en este proceso. Fue llamado como testigo a petición de la Fiscalía y de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo para que declarase sobre la apropiación por parte de los militares de los bebés que nacían en cautiverio durante la dictadura y pidió dar su declaración por escrito.
-¿Cuál fue el papel de la Iglesia en la recuperación de los niños robados?
-Mi experiencia la iglesia católica es penosísima, porque aunque no iba a la iglesia siempre llevé en los genes el catolicismo de los polacos. Pero cuando llegó esta tremenda tragedia de la desaparición y muerte de tantas personas en Argentina recurrí como tanta gente a la iglesia y allí tuve la desgracia de encontrarme con el rechazo y el cerrado de puertas en la nariz. Monseñor Montes, por ejemplo, que era obispo auxiliar de la Catedral de La Plata, me recibió con muchísimo afecto porque conocía a mi hijo y a mi nuera que se habían preparado con él para su boda. Me dijo entonces que volviera, que iba a conseguir noticias de la niña, y cuando volví me dijo que no molestara y que dejara de buscar a la criatura porque estaba muy bien donde estaba en ese momento, con gente de mucho poder. Y como yo me puse a llorar a gritos, diciéndole que estaba hablando de mi nieta, se puso de pie, me señaló la puerta y me echó de la catedral. Una experiencia similar tuve con Monseñor Grasselli, de la capilla Stella Maris de la marina y otros obispos y sacerdotes a lo largo de estos 36 años de búsqueda.“La Iglesia complementaba la tarea de los militares”. La Iglesia católica bautizaba niños robados o les daba la comunión. Para mí queda muy claro que la iglesia católica sabía perfectamente lo que pasaba con los niños que entregaban y que nacían en cautiverio. Complementaban la tarea de los militares.
-¿Qué opina de la elección de Bergoglio como nuevo papa?
-No me dice nada, hubiera sido distinto si no conociera la historia de la Iglesia en la dictadura. No espero nada de él porque jamás olvidaré el rechazo de la Iglesia a tantas peticiones recibidas de madres y abuelas pidiendo saber de sus hijos.
-¿Recuerda las gestiones que realizó Alicia de la Cuadra cuando le pidió a Bergoglio información sobre su nieta desaparecida?
-Sí, por supuesto, en ese momento yo ya había ido a hablar con Alicia de la Cuadra para pedirle que trabajáramos juntas en la búsqueda de nuestras nietas y de ahí nació Abuelas de Plaza de Mayo, el 21 de noviembre de 1977. Al encontrarla a ella en su casa, me contó los trámites que estaban haciendo con los jesuitas, quienes en el pasado habían recibido muy importantes donaciones (estancias, casas, etc.) de la familia De la Cuadra. Habían recurrido a los jesuitas, al padre Arrupe, quien los derivó a Bergoglio. Justamente el día que el señor De la Cuadra llevaba la carta de Bergoglio a Monseñor Picchi en la sede del episcopado platense, yo estaba esperando que me recibiera el mismo Monseñor y el señor De la Cuadra me habló muy esperanzado de la carta que llevaba acerca de la búsqueda de su pequeña nieta. Y después Picchi a su vez se comunicó con el militar Rospide y, como era de esperar, no hubo ningún resultado de todo ese trámite. De manera que para mí Bergoglio es un hombre de la Iglesia y se comportó como tal.
-¿Cómo han evolucionado las políticas sobre derechos humanos en Argentina?
-Han evolucionado bien. A mí no me afectó tanto la aplicación y la negación de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final [que establecieron la prescripción de los delitos en el año 1986 y que luego fueron anuladas en el 2003], que impidieron seguir los juicios hace años. Nosotras, las Abuelas, pudimos seguir trabajando porque eso no afectaba a los niños desaparecidos, pero siempre con un montón de problemas, negativas, evasivas. A los jueces les costaba mucho decidir y obraban con demasiada prudencia porque era un tema nuevo y se sabía muy poco. Todo estuvo siempre en una nebulosa y por eso la palabra desaparecidos, ¿dónde buscas una cosa desaparecida? Una aguja en un pajar.
-¿Hubo cambios con los gobiernos de los Kirchner?
-Yo tuve muchísimas esperanzas de que se hiciera lo que nadie se atrevió a hacer cuando llegó este gobierno, que era abrir los archivos y buscar que se consigan noticias auténticas, verdaderas, las que todos esperábamos, fundamentalmente todos los que hemos sufrido directamente esta terrible experiencia de la dictadura cívico-militar. Al principio me pareció magnífica la manera de recibir el tema dentro de la Presidencia de la Nación. Hubo una apertura muy buena, aunque luego no fue tan completa como debiera haber sido. ¿Por qué? Cuando vino el gobierno kirchnerista lo asumimos todos como una noticia muy buena, recibimos con gran contento el cambio y yo personalmente estoy muy agradecida a la apertura que se hizo. Una apertura que permitió ser recibidos de otra manera, jueces que se atrevieron a tomar decisiones importantes, pero faltó lo principal, que yo encuentro que sigue faltando y que me apena que no se haya tomado en cuenta, y es la búsqueda de los archivos de todas las Fuerzas Armadas, de todos los rincones donde la aviación, el ejército y la marina han escondido o guardado sus secretos, porque no los destruyen. Es lógico que con la mentalidad militar guarden todo en distintos lugares, muy secretos.
-¿Por qué cree que no han buscado esos archivos?
-No sé, no quiero pensarlo, no quiero desilusionarme. Tengo casi 90 años y no quiero profundizar porque me duele, me duele demasiado. Yo esperé mucho, no sólo de este gobierno, del futuro. De que cuando estuviera la democracia en el lugar que corresponde en el país se destaparía toda esa carroña y no ha sido así. La prueba está en que Videla, cuando le fueron a allanar su casa hace poco, 36 años después, tenía un montón de papeles que lo involucraban y que aclaraban algunas cosas que había que demostrar. ¿Y por qué no las quemó, no las sacó del país o las enterró en el jardín? Porque estaba seguro de que nadie se iba a atrever a tocarlo. Eso es lo que no se ha hecho: escarbar y buscar a fondo. Los desaparecidos los hemos ido encontrando con esa maravilla que es el Equipo de Antropología Forense, que es el que más ha aportado a que las familias vayan encontrando a sus deudos en medio del horror que significa escavar en los lugares donde se supone que hay enterramientos. Suena muy feo todo esto que estoy diciendo, pero es así. Duele, pero es así. Yo a mi nieta la estoy buscando desde el primer día, tenía tres meses y tiene 36 años ahora.“Esperaba mucho más de lo que hemos recibido, no sólo de este gobierno, de todos”
-¿Qué tipo de ayudas recibió?
-Yo puedo decir que no he tenido ayudas, salvo de personas que generosamente me acercan algún dato por si puede tratarse de Clara Anahí, una criatura adoptada que conocen ellos, alguien que sabe algo que le llama la atención. Pero que el gobierno haya buscado a mi nieta, no. Y digo mi nieta, personalizando, pero tampoco a los demás. No ha habido una búsqueda concreta y seria que lleve a un fin. Sí, nos han abierto puertas, y eso lo agradezco enormemente porque no lo tuvimos en otros gobiernos. Pero falta lo principal, encontrar la verdad verdadera de los desaparecidos. No que me digan: estuvieron acá, estuvieron allá y después: ¿qué? Han habido subsidios y a mí me han ayudado con la restauración de la casa de mis hijos, que se venía abajo. Logramos mantenerla por mucho tiempo con un subsidio. Por eso, soy una mujer agradecida, pero me falta mi nieta. Y nadie la busca, sólo yo. Y la gente que me ayuda, por supuesto, mucha gente me ha ayudado y me ha apoyado, pero la búsqueda… ¿dónde está?
-Decía que este gobierno ha hecho una apertura, ¿a qué se refería?
-La justicia, no el gobierno. En el juicio sobre la desaparición sistemática de niños, que hubo el año pasado y que empezó en 2011, se trabajó muy bien. La jueza que tuvo a cargo este juicio hizo una labor magnífica, lo mismo el fiscal, pero claro, hay cosas que no se hicieron. Por ejemplo, desde la Asociación Anahí presentamos un pedido de allanamiento urgente en la SIDE (Servicio de Inteligencia del Estado), porque estamos seguras de que ahí hay muchos elementos de prueba y no lo hicieron. Entonces faltó eso, un puntal que debió haberse utilizado para sacar cosas. Es fácil hablar desde afuera, pero cuando uno cumple una misión, se tiene un puesto y hay que hacer algo, hay que hacerlo cueste lo que cueste. Ese es mi concepto a esta altura de mi vida. Me siento frustrada en todas las esperanzas que tuve, quizás demasiadas esperanzas, siempre he sido bastante ilusa. Esperaba mucho más de lo que hemos recibido, no sólo de este gobierno, de todos.
Desde el secuestro de sus hijos y su nieta usted ha ido recopilando mucha información que luego ha sido utilizada como prueba durante los juicios.
Sí, tengo muchísima información. Porque ha sido una costumbre de mi vida: archivar y guardar. ¿Para qué? Para la historia, para el recuerdo, para el corazón de uno, para lo que sea. Yo no hice una cosa muy importante archivando todo lo que archivé sino que es parte de mi misma. Así me encuentro con que tengo muchísimas cosas, datos, y que cuando inicio una querella o un juicio pongo todo lo que tengo a disposición del Tribunal. Y ayuda, claro que ayuda, pero la justicia no tiene que esperar que uno le aporte cosas, la justicia tiene que hacer su trabajo. Yo siempre entendí que son los que nos deben todo esto, los que deben hacer el trabajo de investigar, no los que nos deshicieron nuestras familias.
-Su archivo fue declarado Memoria del mundo por la UNESCO.
-Bueno, consideraron que era un archivo muy completo y muy importante. Tenemos un archivo muy grande de los vídeos y todas las declaraciones públicas, tanto en el Juicio por la Verdad de La Plata como en todos los juicios de los que hemos sido parte. No de todos todos porque sería imposible, pero de los que fuimos parte, sí. Ahora estamos en un momento muy difícil porque el año pasado no recibimos ningún subsidio. Nos mantenemos con subvenciones, cuotas nuestras (de los socios de la asociación), y pequeñas donaciones que recibe la entidad, pero nadie aprobó un centavo para la asociación. O sea, dicen que aprueban, pero después no llegan los fondos. En este momento, estamos pensando que no podemos seguir el archivo de audiovisuales. Hasta el año pasado yo misma cargué con ese gasto, pero ahora ya no puedo, estamos contemplando la posibilidad de abandonar ese trabajo.
-¿Cómo fueron cambiando las estrategias de trabajo y de lucha durante todos estos años?
-Yo fui presidenta de Abuelas hasta 1989 y después estuve unos años trabajando sola hasta que creamos la Asociación Anahí. Ya no pertenezco a Abuelas de Plaza de Mayo, así que te puedo hablar de lo mío. Mis estrategias y mis maneras de proceder han sido siempre las mismas: averiguar y leer lo máximo posible de todo, no perderme ninguna publicación importante, y recibir todas las denuncias que hace la gente sobre niños, archivarlas y tenerlas en orden. Por ejemplo, el juicio de Videla, no sé sí eran 160 cuerpos, tengo los de cada uno de ellos, pero no los pido en CD, los pido en papel. Yo no puedo leer porque perdí la vista hace unos años, pero me leen, sacamos notas y en base a eso presentamos las querellas.“Hemos ido estúpidamente a España a pedir ayuda y comprensión, a pedir lo que ellos mismos no habían solucionado”
Estamos buscando niños y adultos desaparecidos también, la búsqueda implica a toda persona de cualquier edad que tenga problemas de identidad. Y así hemos logrado algunos éxitos que no publicamos, que quedan en la intimidad de la gente, somos de perfil bajo. Otras estrategias: manejarnos con la verdad, con aporte de todo lo que tengamos, asegurarnos mucho pero mucho antes de hacer una denuncia y seguir la causa regularmente aportando cosas. Esa es la mayor estrategia, no tengo otra.
-¿Han ido variando esas estrategias con los años?
-Sí, ahora es un poco más fácil entrar en un juzgado e iniciar una causa, los jueces te prestan más atención, te escuchan y te creen. Hubo momentos que nos llamaban las locas a las Madres y a las Abuelas. Todo eso se fue revirtiendo y ahora se toma en serio todo lo que decimos. Salvo algunas rémoras que quedan por ahí. Algunos que por ahí tienen en un cajón del escritorio un pedido hecho un año atrás por ejemplo. Yo lo que les pido a los jueces es que investiguen al menos lo que nosotras aportamos, no que busquen, ya no pierdo el tiempo.
-¿Qué opina de lo que pasa, o no pasa, en España con la Memoria Histórica?
-Ay! Mira, yo lloro muy poco, traté de tragarme las lágrimas y trabajar, trabajar y trabajar. Pero lloré de rabia y de vergüenza cuando supe que había esa cantidad de niños desaparecidos desde la época de Franco. Me desarmé porque hemos ido tantas veces a España a pedir ayuda y comprensión, una ayuda que sólo nos dio Baltasar Garzón. Y ver que hemos estado allí tan estúpidamente ignorantes, que íbamos a pedir lo que ellos mismos no habían solucionado y que son como 30.000. Me puse a llorar y ese día lloré de vergüenza y de bronca porque puedan suceder cosas así. Porque entonces, ¿en qué crees?
(http://www.publico.es/internacional/453987/no-espero-nada-de-bergoglio-porque-jamas-podre-olvidar-el-rechazo-de-la-iglesia-a-nuestra-causa)