Desaparecedores

Por Juan Carlos Martínez

La palabra desaparecido alcanzó triste fama mundial a raíz del criminal método aplicado por la dictadura en la Argentina a partir del 24 de marzo de 1976.
Los desaparecedores nunca asumieron la responsabilidad de convertir a hombres, mujeres y niños en fantasmas, en una ficción.

Cuando Videla estaba por abandonar la jefatura del ejército, dijo que los desaparecidos eran una entelequia, que no se sabía dónde estaban y quiénes los habían hecho desaparecer.

A pesar del inmenso poder que manejaba, Videla nunca se animó a confesar pública y descarnadamente su condición de comandante de los desaparecedores.

Pero el regreso del desaparecedor sigue latente. No ha muerto, no ha desaparecido de la escena argentina. Sigue en pie y hasta se lo convoca para actuar como en los viejos tiempos.

Esa es la idea que se escuchó en la reunión de los llamados dirigentes del campo, donde un productor que se identificó como Daniel sostuvo que "hay muchos métodos psicológicos y de acción directa que se pueden implementar para destituir y hacer desaparecer a toda esta gente".

Obviamente, toda esta gente son las personas que integran el gobierno nacional, desde la presidenta para abajo. Está clarísimo.

Y el método ideal para destituir a "toda esta gente", es decir, a un gobierno elegido por el voto popular es la campaña de acción psicológica que están generando sectores de la derecha con la ayuda de los grandes medios de comunicación.

Ese sería el primero paso. El siguiente le correspondería a los desaparecedores, a la llamada mano de obra desocupada que volverían a tener trabajo gracias a la brillante iniciativa del ruralista Daniel, cuya propuesta fue avalada con el estridente silencio de la burguesía ruralista.