Pichetto y el enano fascista
Por Juan Carlos Martínez
(El audio del cruce entre el abogado Miguel Palazzani y los senadores Miguel Pichetto y Ernesto Sanz, que se pudo escuchar en PTT)
El Salón Rosado de la cámara alta fue escenario de varios cruces entre postulantes a cubrir cargos de jueces y fiscales y senadores oficialistas y de la oposición. El matiz político, algunas chicanas o la necesidad de algunos legisladores de hablar para la tribuna sirvieron para entender mucho mejor las falencias que aún existen para que el sistema democrático alcance plena madurez.
A su turno, el pampeano Miguel Ángel Palazzani, uno de los fiscales que investiga delitos de lesa humanidad cometidos en Bahía Blanca durante la dictadura, recibió una catarata de preguntas e interrogantes –algunos de mala leche- que le planteó el senador radical Ernesto Sanz.
En sus respuestas, Palazzani se extendió en algunas reflexiones sobre la necesidad de mirar más allá de la superficie para evitar que los sectores más vulnerables de la sociedad sean siempre los que reciben condenas por la comisión de diferentes delitos.
Las palabras de Palazzani generaron la rápida y para algunos inesperada reacción del senador justicialista rionegrino Miguel Pichetto.
Todo el mundo sabe que las cárceles argentinas están habitadas mayoritariamente por personas provenientes de los sectores más vulnerables, pero la alusión que hizo Palazzani despertó en Pichetto una sorprendente reacción.
“Parece que estamos frente a un defensor disfrazado de fiscal” dijo con tono subido el senador rionegrino y sin más preámbulos puso de manifiesto una postura digna de un devoto de la mano dura.
“Una cosa es el garantismo y otra es el ultra garantismo” desgranó Pichetto y trascartón le dijo a Palazzani que él, como fiscal, debía acusar a quien comete un delito, sea quien sea el que lo comete.
“El fiscal es fiscal, el defensor es el defensor” completó el rionegrino.
En buen romance, el senador justicialista cree que un fiscal no tiene derecho a opinar sobre aspectos de la realidad social y del propio universo judicial que habita y que sólo debe limitarse a actuar como inquisidor porque a nadie le importa las causas sino los efectos de los males de una sociedad. Y mucho menos si son pobres los que delinquen.
Palazzani no estaba hablando de darle un tratamiento distinto a quienes pertenecen a sectores marginales y cometen delitos graves. Estaba advirtiendo sobre la necesidad de actuar en otros frentes anteriores al empleo del Código Penal.
“Le brotó el menemismo que lleva adentro” dijo uno de los asistentes, mientras otros no podían encontrar explicación a la destemplada intervención del senador justicialista cuya postura lejos estaba de las políticas que el oficialismo sostiene en la materia.
Es increíble la postura de Pichetto al cuestionar justamente a uno de los fiscales que investigan los delitos de lesa humanidad cometidos en Bahía Blanca durante el terrorismo de Estado. Increíble porque el senador justicialista vivió de cerca la sangrienta represión que se produjo en la ciudad sureña (era concejal en Sierra Grande cuando el V Cuerpo del Ejército que comandaba el genocida Adel Vilas irrumpió de manera violenta en el complejo minero Hierro Patagónico para aplastar una huelga, varios de cuyos trabajadores desaparecieron tras el golpe del 24 de marzo de 1976).
¿Ignora acaso Pichetto el encomiable trabajo que Palazzani está llevando adelante junto con su colega José Nebbia para sentar en el banquillo a buena parte de los represores que hasta no hace mucho permanecían impunes pese a la gravedad de los delitos cometidos por militares, policías y civiles cómplices como Vicente Massot y su diario La Nueva Provincia?
¿O Pichetto cree que Palazzani y Nebbia son defensores disfrazados de fiscales?
El que aprovechó para meter una cuña política con las palabras de Pichetto fue el senador Sanz: “Si yo hubiera dicho la mitad de lo que dijo Pichetto me hago abonado de 678, seguro que me dedicarían un programa entero”, ironizó el senador radical.
Que Pichetto esté a la derecha de Sanz no es poca cosa.
Terminada la audiencia, la senadora Pilatti Valerga (FpV) se acercó a Palazzani y le dijo...”no te preocupes, en todas partes hay un facho”.
A Pichetto le ocurre lo que suele ocurrirle a muchos que andan por la vida pregonando la democracia: apenas le rasuran la piel, aparece el enano fascista.