Hasta el próximo Carnaval
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Éramos tan amigos...
Por Juan Carlos Martínez
Suele decirse que buena parte de los argentinos somos muy frágiles de memoria, sobre todo en lo que se refiere a nuestra memoria histórica.
Ese estado de amnesia no siempre es producto de un trastorno del funcionamiento de la memoria. También hay amnésicos voluntarios. Es decir, aquellos que ponen de manifiesto una memoria selectiva. O sea, los que recuerdan u olvidan lo que más les conviene.
Un caso emblemático del amnésico voluntario es el de Carlos Verna, uno de los políticos que han hecho de la hipocresía una virtud.
El barbado senador acaba de salir a escena con una iniciativa que bien podría servir para una comedia si no fuera que se trata de un proyecto que pretende convertir en ley: prohibir que ningún funcionario de la dictadura cívico-militar-eclesiástica ocupe cargos públicos.
Todo indica que el proyecto de Verna apunta directamente al gobernador Oscar Mario Jorge, ex funcionario de la dictadura, convertido ahora en uno de sus enemigos íntimos.
Lo primero que hay que decir es que una iniciativa de esta naturaleza, impulsada después de treinta años de democracia, suena a oportunismo. No sólo por extemporánea sino porque su autor ha compartido con Jorge militancia partidaria y funciones de gobierno. Y además porque el Barba es uno de los políticos que protegió a represores y hasta usó a alguno de ellos como puntero político.
Estamos hablando del ex policía Roberto Marenchino, condenado por delitos de lesa humanidad en 2010, uno de los colaboradores que Verna tenía en Eduardo Castex para repartir las pensiones que el Barba mandaba desde el Senado en los tiempos de las coimas y la Banelco.
No fue el único vínculo de Verna con personajes que participaron o colaboraron con la dictadura ni el único caso en el que estuvo comprometido como integrante del primer gabinete de Rubén Marín, luego como senador y más tarde como gobernador.
Hay que recordar que Verna tiene tantos años en la función pública como los que tiene la Argentina de democracia. Es decir que hace treinta años que vive transitado por todos los laberintos del poder político sin abandonar sus lazos con el poder económico.
De pronto se le ocurre que la mejor manera de sacarse de encima a Jorge es a través de un proyecto para que todos aquellos que fueron funcionarios de la dictadura no puedan ocupar cargos públicos.
Si se incluyera en el proyecto la misma prohibición a aquellos funcionarios públicos que en democracia mantuvieron en sus administraciones a personas que participaron o fueron cómplices de la dictadura y que permanecieron en cargos estatales gozando de total impunidad, seguramente que el propio Verna (lo mismo que Marín y Ahuad) no quedarían al margen de la veda.
Basta recordar que los médicos Máximo Pérez Oneto, Atilio Cornachione, Héctor Savioli y Miguel Aragón permanecieron varios años en la administración pública a pesar de las denuncias que pesaban sobre ellos por su activa participación en la dictadura.
Otro médico -Eduardo Pinchevsky- ex represor en el campo de concentración La Perla, integró los cuadros de Salud Pública de La Pampa hasta que su pasado salió a la luz pública a través del periodismo.
Mario Oscar Bazán, cabo radiólogo y hombre del genocida Ramón Camps que integró el operativo que el 24 de noviembre de 1976 atacó la casa Mariani-Teruggi en La Plata, llegó a La Pampa en 1987 y aquí estuvo en el área de Salud Pública hasta el día de su muerte en 2010.
Todos sobrevivieron a las diferentes administraciones justicialistas, incluida la de Verna.
El problema que seguramente tendrá Verna con su iniciativa lo encontrará entre los nuevos aliados que comparten el espacio político liderado por Sergio Massa y con la postura que tiene el intendente de Tigre, quien ya ha dicho que no hay que mirar al pasado. Que es como decir que se terminen los juicios por delitos de lesa humanidad.
Otro que piensa igual es Eduardo Duhalde, promotor de la idea de hacer borrón y cuenta nueva con el pasado reciente para convivir con los que quieren o no quieren a Videla.
También se ha sumado al elenco como reaseguro de la democracia, Aldo Rico, el golpista que se alzó en armas contra Alfonsín justamente para defender la impunidad de los genocidas.
Los tres forman parte del movimiento que encabeza Sergio Massa, el Caprile argentino que se ha convertido en la esperanza de los nostálgicos del neoliberalismo.
¿Qué hará Verna en ese contexto? Lo de siempre: cambiar de careta hasta el próximo carnaval.