La doctrina Chocobar y los Derechos Humanos

Por Juan Carlos Martínez

 

Si algo está muy claro en la gestión del gobierno de Cambiemos es su total y absoluto desprecio por los derechos humanos. La demostración más acabada de su postura en esta materia la dio Macri cuando calificó a esta causa como un curro. 

 

Fue una manera de confesar descarnadamente su pensamiento, confirmado luego a través de las inhumanas medidas de ajuste en perjuicio de los sectores más vulnerables, convertidos en víctimas de la violación permanente de los derechos humanos. 

 

El reciente anuncio de la ministra Patricia Bullrich revelando la creación de un instrumento legal para que los derechos humanos también protejan a los integrantes de las fuerzas de seguridad, no es otra cosa que legalizar los continuos atropellos que comete la policía contra quienes resisten las políticas regresivas del oficialismo. 

 

En suma, todo apunta a conferir impunidad a quienes utilizan el garrote, las balas de goma y de plomo y otros instrumentos represivos no para proteger a los ciudadanos sino para perseguirlos y hasta para fusilarlos por la espalda como hizo el policía Luis Chocobar, elevado a la categoría de héroe por la ministra Bullrich y por el mismísimo presidente Macri. 

 

Se sabe que el Estado es quien tiene el monopolio de la fuerza y que en virtud de esa potestad es el Estado el único que viola los derechos humanos cuando alguno de sus integrantes utiliza esa fuerza para cometer un delito.  

 

Pretender incluir a cualquier ciudadano en la categoría de violador de los derechos humanos cuando comete un delito, así sea de los más graves, no resiste el menor análisis.

 

En estos casos, el autor o los autores de esos delitos deben ser sometidos a juicio  en el marco de lo que establece el Código Penal con todas las garantías que confieren la Constitución y los tratados internacionales. 

 

En suma, lo que quiere el gobierno es dejar a las fuerzas de seguridad con las manos libres para justificar las violaciones de los derechos humanos en nombre, justamente, de los derechos humanos.

 

El lobo, por más que se vista de cordero, seguirá siendo lobo.

 

El presidente Macri saluda al policía fusilador.

 

 

Por Juan Carlos Martínez

 

Si algo está muy claro en la gestión del gobierno de Cambiemos es su total y absoluto desprecio por los derechos humanos. La demostración más acabada de su postura en esta materia la dio Macri cuando calificó a esta causa como un curro.

Fue una manera de confesar descarnadamente su pensamiento, confirmado luego a través de las inhumanas medidas de ajuste en perjuicio de los sectores más vulnerables, convertidos en víctimas de la violación permanente de los derechos humanos.

El reciente anuncio de la ministra Patricia Bullrich revelando la creación de un instrumento legal para que los derechos humanos también protejan a los integrantes de las fuerzas de seguridad, no es otra cosa que legalizar los continuos atropellos que comete la policía contra quienes resisten las políticas regresivas del oficialismo.

En suma, todo apunta a conferir impunidad a quienes utilizan el garrote, las balas de goma y de plomo y otros instrumentos represivos no para proteger a los ciudadanos sino para perseguirlos y hasta para fusilarlos por la espalda como hizo el policía Luis Chocobar, elevado a la categoría de héroe por la ministra Bullrich y por el mismísimo presidente Macri.

Se sabe que el Estado es quien tiene el monopolio de la fuerza y que en virtud de esa potestad es el Estado el único que viola los derechos humanos cuando alguno de sus integrantes utiliza esa fuerza para cometer un delito.

Pretender incluir a cualquier ciudadano en la categoría de violador de los derechos humanos cuando comete un delito, así sea de los más graves, no resiste el menor análisis.

En estos casos, el autor o los autores de esos delitos deben ser sometidos a juicio en el marco de lo que establece el Código Penal con todas las garantías que confieren la Constitución y los tratados internacionales.

En suma, lo que quiere el gobierno es dejar a las fuerzas de seguridad con las manos libres para justificar las violaciones de los derechos humanos en nombre, justamente, de los derechos humanos.

El lobo, por más que se vista de cordero, seguirá siendo lobo.