El nuevo enemigo interno
Por Juan Carlos Martínez
El gobierno de la represión y el saqueo acaba de encontrar un nuevo enemigo interno: el fotógrafo. Ya no alcanza con la manipulación ni con lo que ocultan de la realidad los grandes medios de comunicación. Tampoco es suficiente con despedir, perseguir o censurar a periodistas mientras la libertad de expresión la ejercen a pleno los mercenarios del periodismo.
Las imágenes molestan porque desnudan descarnadamente la traumática realidad y la única manera de ponerle freno está en el garrote, el gas pimienta, la Taser y las balas de goma mezcladas con las de plomo cuando el justiciero de turno así lo decida.
La detención de los fotógrafos Bernardino Ávila y Juan Pablo Barrientos forma parte de la estrategia del silencio pergeñada por un gobierno que no encuentra otra manera de sostener sus políticas de ajuste que con el uso de la fuerza bruta.
Todo al margen de la Constitución, de los tratados internacionales y de elementales principios a los que está obligado respetar y hacer respetar.
Los fotógrafos son, como bien se los distingue en España, periodistas gráficos. En verdad, esa distinción encaja perfectamente en la actividad que cumplen quienes escriben la historia en imágenes. No en vano decimos que una foto dice más que mil palabras.
Charles Chaplin escribió parte de la historia de su tiempo sin palabras, sólo con imágenes que expresaban tanto o más que los textos de escritos en diarios, revistas o en libros.
En la Argentina actual, los hombres y las mujeres que han elegido hacer periodismo gráfico son los que más se exponen mientras desarrollan su tarea.
El poder autoritario no los tolera. Nada más molesto para la intolerancia oficial que ver publicadas en los medios de comunicación –particularmente en las redes sociales- las imágenes de la salvaje represión con la que su policía trata de frenar el creciente descontento que provocan sus impiadosas políticas neoliberales.
Sin embargo, mal que le pese al gobierno, serán las imágenes las que los historiadores utilizarán para dar mayor crédito a las palabras de quienes escriban el ominoso presente que vive la Argentina en manos de la banda fascista que gobierna.
Las cámaras en alto que muestran Ávila y Barrientos reafirman el irrenunciable derecho de acceder a la información y a la libertad de expresión
¡Arriba las cámaras, arriba la libertad!