¡Con los niños no, Macri!

Por Juan Carlos Martínez

 

Entre las atrocidades que se cometieron durante el terrorismo de Estado, el plan sistemático del robo de bebés fue una de las más espantosas.

 

La explicación más salvaje la dio el genocida Ramón Camps: “Personalmente no eliminé a ningún niño. Lo que hice fue entregar a algunos de ellos a organismos de beneficencia para que les encontraran nuevos padres, porque los subversivos educan a sus hijos para la subversión y eso hay que evitarlo”.

 

Víctimas de semejante atrocidad fueron alrededor de seiscientas criaturas, la mayoría de ellas arrancadas de las entrañas de sus jóvenes madres, asesinadas luego de dar a luz en los campos clandestinos de concentración en condiciones infrahumanas.

 

Cuando el gobierno de Mauricio Macri propone bajar la edad de imputabilidad a partir de los quince años (desde otros sectores se habla de incluir a chicos de diez o doce años por la comisión de reales, supuestos o imaginarios delitos) aparece en escena un nuevo enemigo interno para justificar y ampliar la represión, única manera de hacer frente al creciente descontento social.

 

Sobre el nuevo enemigo interno cargarán parte de las calamidades que produce el mismo sistema que los margina, los persigue y los fusila por la espalda.

 

Poco importa si las estadísticas sobre delitos cometidos por menores contradicen el falaz discurso oficial y mucho menos importa que semejantes propuestas estén por encima de los tratados internacionales y de las normas que rigen en los países civilizados.
La barbarie vuelve a elegir a lo más vulnerable de la especie humana en nombre de la seguridad y de la paz de los cementerios.

 

¡Con los niños, no, Macri!